En este artículo vamos a dejar de lado la razón más obvia por la que la mayoría de nosotros elegiría café molido antes que en grano; LA COMODIDAD
A pesar de lo que se pueda pensar, en poco menos de 15 segundos podemos tener molido nuestro grano, aprovechando todas las ventajas que esto conlleva. Moliendo nuestro café en grano justo antes de prepararlo, notaremos una importante mejora en el sabor y aromas de nuestra taza.
Los principales enemigos de nuestro café son la humedad y el oxígeno del aire, ya que hacen que se vaya oxidando y pierda sus propiedades, sabor y aroma. Cuando el café está ya molido, hay más superficie en contacto con el oxígeno y la humedad del aire, por lo tanto se produce un deterioro mucho mayor a lo largo del tiempo.
Por otro lado, el café en grano cuenta con una capa exterior que lo protege ante la exposición a estos elementos, quedando aislado todo el café del interior del grano. De esta manera cuando molemos nuestro café justo antes de prepararlo sentiremos la intensidad de un café fresco, mucho más sabroso y aromático de lo que estaría si lo hubiéramos conservado molido.
De todo esto sacamos nuestra primera máxima para ser un buen consumidor de café de especialidad, por lo que un buen molinillo te hará el papel.